lunes, 10 de diciembre de 2012

Inês Dias traduce "Sete poemas de Josep M. Rodríguez"

Acaba de salir el número 17 de la revista lisboeta Telhados de Vidro, en el que Inês Dias traduce "Sete poemas de Josep M. Rodríguez" (páginas 67-81, las versiones se acompañan con el original en español).

      PRIMEIRA  VISITA AO ZOO

      Tinha doze anos e a minha mãe
      oferecia-me un mundo só para mim:

      -Se a tristeza fosse um animal?

      -Se a tristeza fosse um animal...
      seria um escaravelho.

      E contava-lhe então que havia dias
      em que esse escaravelho fabricava  
      uma bola muito grande na minha garganta.

      Os olhos da minha mãe eram de coruja.
      Pareciam entender-me sem falar.

      -E como imaginas que é ser mais velho?

      Não sei o que respondi,
      tinha doze anos:

      ainda não compreendia que crescer
      era ir ao zoo
                         e ver apenas grades.

sábado, 8 de diciembre de 2012

"Arquitectura yo" según el poeta Antonio Cabrera


Ayer se publicó la siguiente reseña de Arquitectura yo en el suplemento Postdata del diario Levante. La firmaba el poeta Antonio Cabrera:

Con dos sombras

Poeta joven sin temor, de dicción escueta, aristada con sabiduría, aguda con densidad, Josep M. Rodríguez aborda en imágenes transparentes, poesía resonante, el enigma de la identidad de manera inquisitiva y con ímpetu existencialista.

Josep Maria Rodríguez (Súria, Barcelona, 1976), además de haber publicado, incluyendo el que nos ocupa, cinco libros de poemas, ha estudiado, traducido y antologado el haiku japonés, materia en la que es un experto entre nosotros. Esto no le ha impedido, sin embargo, dedicar otra antología -Yo es otro (2001)- precisamente al asunto del que parece huir el haiku, el yo. Podría llamar la atención que alguien tan interesado en un género poético vuelto de manera radical hacia lo externo, hacia todo lo que no se confunde con el individuo, al mismo tiempo haga acopio representativo de poemas de la tradición española reciente dedicados a tan íntimo inquilino. Ahora bien, como Josep M. Rodríguez ha entendido a la perfección, no tiene por qué existir conflicto en eso; del haiku su poesía ha tomado, con eficaz digestión, no la carne digamos filosófica o temática sino la médula expresiva: la suya es una dicción generalmente escueta, aristada con sabiduría, aguda con densidad.
Si en el manejo de la elipsis y en la certera economía de lo dicho muestra Rodríguez su deuda con la poesía oriental (que no es, por otra parte, su único caladero), el eje fundamental de sus asuntos lo constituye la interioridad, siempre analizada de manera inquisitiva, con la inteligencia enfocada de un modo muy particular, como dándole a la reflexión un sesgo oblicuo que acoge con hondura las porciones de mundo necesarias. Arquitectura yo -¿puede ser más explícito el título?- aúna en cuatro secciones poemas que abordan casi exclusivamente el enigma de la identidad, la que es a la vez construcción y derribo permanentes: “como un niño que nace / en un barco que se hunde”. Y ello porque semejante edificio se levanta rodeado por el aire de la muerte, tesis ésta de raíz existencialista que resuena rotunda: “Es por el ataúd que comprendo quién soy”.
Rodríguez parece estar especialmente dotado, como ningún otro poeta de su generación, para introducir en sus poemas –que son artefactos en los que se prepara con precisión la cuerda que ha de ser pulsada- una rara dosis de claridad, pues evitando todo hermetismo consigue generar una pátina de transparencia turbia, enriquecida. Son poemas, por tanto, llenos de resonancia. Y no tienen poca culpa de esto las sordas explosiones que proponen a la mente lectora imágenes donde se combinan lo muy concreto y material con lo moral o abstracto. Basten dos ejemplos de poemas diferentes: “Mi memoria es un mueble / con termitas: // tras la apariencia apenas queda nada” o “Como ese punto blando en la cabeza / de los recién nacidos, // tocarte es peligroso”.
Arquitectura yo se lee, en definitiva, como un álbum de estampas radiográficas pero reflexivas, capaces de exponer nuestra condición interior y hacernos ver en ella cómo vida y muerte se proyectan para dar lugar a la extraña silueta humana: “Nacemos con dos sombras / esas son nuestras alas.

domingo, 25 de noviembre de 2012

Els joves i els dies

El próximo miércoles, 28 de noviembre, participo en un congreso que organiza la Universidad de Lleida en torno a la figura del poeta Gabriel Ferrater.


martes, 6 de noviembre de 2012

"Arquitectura yo" según el poeta Carlos Alcorta


VOCES EN LA DISTANCIA

Arquitectura yo, el último libro publicado por Josep M. Rodríguez, obtuvo el decimocuarto Premio de Poesía Generación del 27 y confirma a su autor como una de las voces más singulares y con una trayectoria más consolidada de entre los jóvenes poetas españoles. Libros como Frío, La caja negra o Raíz, que preceden al que ahora comentamos, han ido apuntalando cotas de nivel cada vez más altas y, al mismo tiempo, han transformado una voz dubitativa, propia de la juventud, en una voz personal, segura, afirmativa.
El libro que nos ocupa está dividido en cuatro secciones, separadas por sendas citas de otros poetas que funcionan como una especie de guía para adentrarnos en ese bosque escrito, del cual cada poema semeja ser un árbol independiente. El poema titulado Crudo expone, en sus versos finales, de forma precisa esta idea: “El árbol que no es bosque / lo anticipa”. Como anticipa también el asunto que da unidad al libro, la indagación sobre el yo, sobre la fragmentación del yo postmoderno: “Deja de preocuparte por quién eres” escribe Josep M. Rodríguez. La tan controvertida intención del sujeto poético de buscar el anonimato parece encontrar en estos versos un anticipo que, no siempre de forma uniforme, continuará desarrollándose a medida que nos adentramos en el libro. Tal movimiento –podemos decir, siguiendo a Bloom– procede de una búsqueda frustrada del propio yo, para concluir en una no menos inquietante conclusión, la de tomar conciencia del “yo como parte mutilada de una totalidad a la que alguna vez se creyó pertenecer”.
Asombra la capacidad de síntesis, del poder de abstracción de las imágenes y su ambigua relación entre ellas, porque son transformadas por una precisión del lenguaje poco frecuente: “El otoño también llega hasta el mar, / una a una / las olas / se deshojan”. Se necesita tener la mente en ebullición para relacionar el otoño estacional y la caída de las hojas con algo intemporal como las olas, de tonos verduscos, es verdad, en su concavidad, “en el momento de caer hacia adelante”, como escribe Handke, lo que justificaría en cierto modo el símil; pero me atrevo a ir aún más allá, a ese yo inscrito en el árbol del poema que parece temer ya el otoño de la vida. Josep M. Rodríguez es un poeta joven, lo cual no impide que sus reflexiones existenciales trasciendan su edad cronológica y estén tachonadas de un sentimiento nostálgico que, para los que somos notablemente mayores que el autor, no deja de sorprendernos por su sentimiento nostálgico. “Reconforta / pensar que en otro tiempo, incluso otro lugar, / alguien vivió un estado igual a este: // así me siento un poco menos solo”, escribe en el poema Postal de otoño. En el tránsito del yo a la madurez, el poeta no encuentra sólidos referentes a los que aferrarse, por eso se refugia en su pasado remoto, en el que, quienes vivieron en él, acompañan espiritualmente el camino del poeta hacia la madurez. El poema Creer, comienza de manera contundente: “Mi forma de buscarme en cada verso // me lleva hasta la casa de mis padres”. Creo que estos versos confirman la idea más arriba expuesta. Cuando se encuentra perdido, vuelve al lugar de origen, la casa de sus padres, un lugar donde sentirse protegido, donde reencontrase.
Buen conocedor de la tradición poética oriental, algunos de los poemas de Josep M. Rodríguez poseen el vigor contenido y la sugerencia reiterada de un haiku, como el titulado Ukiyo-E, quizá el más elocuente, aunque encontramos ejemplos en muchos otros poemas, como en Formas, al cual pertenecen estos versos: “En medio del maizal / una serpiente / ha encontrado otra forma distinta de crecer”.
La cita que encabeza la segunda parte, “Yo soy tú cuando soy yo”, del poeta alemán Paul Celan, nos llena de incertidumbre. En la convulsa época en la que nos ha tocado vivir, la individualidad posee un prurito difícil de erradicar, por eso llama más la atención esta cita de Celan, poeta comprometido con la historia, en la que parece abdicar de ese individualismo para hablar a una especie de yo colectivo y solidario. Sin embargo, la postura ética que subyace en los poemas de Josep M. no va encaminada hacia ese aspecto histórico, sino hacia algo de mayor calado metafísico. Son los distintos yos que habitan en cada yo los que se cuestionan. “Cruzo una habitación y soy otra persona” es el primer verso del poema titulado Enseñanza y, después de leerlo nos invade una sensación de desasosiego que tiene que ver más con el misterio de cualquier existencia que con un temor real, porque debemos preguntarnos qué otra persona podemos ser cuando algo altera nuestra manera de percibir la realidad. Él mismo se lo pregunta en el verso inicial del poema Incertidumbre: “¿Hasta dónde nos cambian las certezas?”, aunque el poeta se transforma en otro, no de un modo siniestro, como antes especulaba, sino gracias al amor que provoca una hermosa efervescencia emocional en la que todo queda en suspenso, como si nunca pudiera consumarse, y esa indecisión es la que alimenta el deseo de vivir, por eso el poeta escribe: “agradezco al amor su incertidumbre”. Un amor que le enajena, como no podía ser de otra forma cuando es verdadero, que le trasmite la extraña “sensación de no ser yo, / de poder no ser yo por un instante”.
Consecuencia, tal vez, del desdoblamiento emocional que provoca la dicotomía entre el amor y su pérdida, nacen los poemas de la sección tercera, la cual comienza con un poema de título significativo, Interior, en el que el autor reflexiona sobre las consecuencias de su turbación. El poeta se desconoce, hasta el punto de preguntarse “¿Desde cuándo he dejado de importarme?”. En Yo, o mi idea de yo, expone aún con más crudeza su perplejidad. Cómo soy, cómo pienso que soy, o cómo mi pensamiento piensa que soy, parece preguntarse y preguntarnos el poeta porque, como escribe Orlando González Esteva: “Nada hay más lejos de uno mismo que quien uno supone ser”. Por otra parte, también abunda en la misma idea Mark Strand cuando escribe: “No hay manera de dispersar la niebla en la que vivimos, no hay manera de saber que hemos aguantado un poco más”. Creo que Josep M. estará de acuerdo con este “no saber” al que alude Strand, porque esta “ignorancia” alimenta su poética desde el inicio hasta el fin del libro. Acaso ese desconocimiento de sí mismo, esa crisis de identidad provenga de otra crisis emocional que se anuncia en poemas como el titulado Sala de espera, en el que sin caer en un sentimentalismo vacuo, más bien todo lo contrario, Josep M., en un magistral empleo de la elipsis, nos describe el primer paso de un internamiento hospitalario. Cualquiera que lo haya sufrido en sus carnes, o en la de personas cercanas, sabe lo que ocurrirá después. Auscultaciones, pruebas, medicamentos, enfermeras, médicos, auxiliares. Un continuo ajetreo para posponer lo inevitable. Por eso no puede extrañarnos que en medio de ese trajín, al poeta la memoria le traslade hacia un instante feliz, la Primera visita al zoo, con su madre. El poema Morgue, perteneciente a la última sección del libro, supone llegar a la antesala del destino tristemente previsto, el lugar aséptico donde el cuerpo es sólo un objeto de estudio, algo sin alma, sin historia, sin sentimientos, por más que nos duela su ausencia. No asistimos a cremación o enterramiento alguno, pero en la mente de cualquier lector se sucederán imágenes repetidas que el poeta, hábilmente, nos hurta. Es mejor así. Cada cual puede sustituir por rostros conocidos esa máscara.
Una poesía tan depurada como la de Josep M. Rodríguez no necesita de pormenorizadas descripciones de los hechos. Pretende justamente lo contrario, dejar que el lector construya su propia historia íntima con los retazos que pueda aprovechar de la historia del poeta. En eso consiste la poesía, en transformar una experiencia cotidiana en una experiencia universal y verosímil. El poema tiene que traspasar la frontera entre el autor y el lector, debe suprimir el yo, para hacerse un tú, un él, un nosotros. Creo que ese era uno de los objetivos de Josep M. Rodríguez al escribir este libro, y según mi parecer, lo ha conseguido magistralmente.

miércoles, 17 de octubre de 2012

"Arquitectura yo" en Clarín

Acaba de salir el número 101 de la revista Clarín. En la página setenta y ocho hay una reseña de Arquitectura yo que firma el poeta Carlos Alcorta. 

sábado, 13 de octubre de 2012

"Arquitectura yo" en El país

Hoy, reseña de Arquitectura yo en Babelia, el suplemento de libros de El país. La firma el poeta y crítico literario Luis Bagué Quílez. 

lunes, 1 de octubre de 2012

"Arquitectura yo" en Cuadernos Hispanoamericanos

El poeta Juan Marqués ha colgado en su blog la reseña de Arquitectura yo publicada en el  número de septiembre de la revista Cuadernos Hispanoamericanos. Aquí dejo el enlace.  

sábado, 29 de septiembre de 2012

Maratón

Ayer, la Bibioteca pública de Lleida celebró una edición más de su Maratón para la donación de sangre y se repartió, entre los participantes, este folleto con un poema de Arquitectura yo: 


miércoles, 12 de septiembre de 2012

sábado, 8 de septiembre de 2012

José Ángel Cilleruelo

El poeta, novelista y crítico literario José Ángel Cilleruelo pasa revista a tres de mis libros (Frío, La caja negra y Arquitectura yo) en su blog El balcón de enfrente. Aquí dejo el enlace.

lunes, 3 de septiembre de 2012

Míriam López Amorós

En este dibujo de Míriam López Amorós aparece mi último libro, Arquitectura yo, junto a una enigmática maleta roja.  

sábado, 11 de agosto de 2012

Kobayashi Issa y Jonathan L. Shinzō

Jonathan L. Shinzō ha escrito un acertado artículo sobre Kobayashi Issa utilizando como punto de partida mi traducción de Poemas de madurez. Un texto muy recomendable. Lo enlazo aquí 

miércoles, 4 de julio de 2012

martes, 26 de junio de 2012

"Campos magnéticos"

La editorial mexicana La Otra Libros y la Universidad de Nuevo León han publicado la antología Campos magnéticos. Veinte poetas españoles para el siglo XXI, a cargo de Juan Carlos Abril. Una selección que incluye a Antonio Lucas, Carlos Pardo, Elena Medel, Fruela Fernández, Guillermo López Gallego, Juan Antonio Bernier, Juan Carlos Abril, Juan Manuel Romero, Julieta Valero, Luis Bagué Quílez, Luis Marina, Mariano Peyrou, Milena Rodríguez, Miriam Reyes, Paulino Lorenzo, Rafael Espejo y Josep M. Rodríguez.



domingo, 17 de junio de 2012

"Arquitectura yo", según José Enrique Martínez (Diario de León)


Algún día visitaré Comala


Según declaró en una ocasión Josep M. Rodríguez (Súria, Barcelona, 1976), el espacio de su poesía es «un realismo ensanchado psíquicamente», en equilibrio entre opciones poéticas opuestas y construido con trabajo, intuición y economía verbal. No disuena el verbo «construir» aplicado a un poemario que se titula Arquitectura yo«a ratos me construyo», «a ratos me derribo», escribe Josep M. Rodríguez, uno de los poetas jóvenes de mayor enjundia, con una poesía sintética y densa, en la que el pensamiento suele condensarse en algún verso feliz y donde la emoción fluye oculta como la savia de los árboles. Se trata, por otro lado, de un poeta que modela cuidadosamente cada pieza, evitando caer en lo ya dicho. «Amenazan los tópicos», escribe, consciente de que, tras miles de años de poesía, todo tema ha recibido acuñaciones reiteradas una y otra vez, y de que la labor del poeta consiste en dotar de expresión original a la idea común. «Nuestras vidas son los ríos / que van a dar en la mar» son los versos más citados de nuestra literatura; pero Josep M. Rodríguez escribirá: «El otoño también llega hasta el mar. / Una a una / las olas / se deshojan»; la vieja idea manriqueña ha recibido así novedosa plasmación verbal. Ortega decía que la poesía consistía en eludir el nombre cotidiano de las cosas, gastado por el uso, y en ponernos ante el ángulo nunca visto del objeto de siempre. 
A la construcción de la identidad que es el poemario Arquitectura yo, contribuyen los recuerdos, en primer lugar, que atestiguan lo que ya no volverá («Nos construyen las pérdidas») y certifican, por lo tanto, el vacío desde el que se canta, la soledad inscrita en el alma y la belleza inútil de las cosas; en segundo lugar, el amor, con la imagen del puente que no se sabe adónde lleva, asentándose, por tanto, en la incertidumbre del mismo; si la incertidumbre amorosa es un aliciente para el poeta, no lo es referida a la vida: «No hay miedo comparable a la incerteza». El azar (la enfermedad, la muerte, etc.) siembra la vida de temor. Los poemas últimos aluden, en efecto, a la muerte. La muerte es el pináculo de la arquitectura del yo alzada por el poeta: «Es por el ataúd que comprendo quien soy». No hay espacio literario más ligado a la muerte que Comala: algún día la visitaremos todos; mientras tanto «todo es víspera», según atestigua esta poesía escueta y densa, ajustada a las más hondas verdades del transcurso vital del hombre.

Diario de León, 17 de junio de 2012.

miércoles, 6 de junio de 2012

miércoles, 30 de mayo de 2012

"Arquitectura yo" en Almería

Mañana jueves, 31 de mayo, a las 20 horas, en la librería Picasso. Presenta José Andújar Almansa 

jueves, 24 de mayo de 2012

"Arquitectura yo" en Málaga

El próximo lunes, 28 de mayo, a las 22 horas, en el Hotel Molina Lario. Presenta Antonio Jiménez Millán

lunes, 30 de abril de 2012

Presentación de "Arquitectura yo" en Barcelona

El próximo jueves, 3 de mayo, a las 19 horas, en la librería La Central (c/ Mallorca, 237). La presentación correrá a cargo de Joan Margarit y Enric Sòria

viernes, 27 de abril de 2012

Espesura

El escritor Antonio Aguilar ha colgado un poema de Arquitectura yo en su blog. Para acceder a él, haz click aquí

jueves, 26 de abril de 2012

A sul de nenhum norte

La revista portuguesa A sul de nenhum norte ha publicado cuatro poemas míos. Dos de ellos traducidos por Manuel de Freitas y los otros dos por Maria Sousa. Aquí os dejo el download.  

lunes, 23 de abril de 2012

Estació Poesia

Mañana martes, 24 de abril, participo en espectáculo poético-musical titulado "Estació Poesia". Cafè del teatre de Lleida, 20 horas. 

sábado, 21 de abril de 2012

Sant Jordi, firmas

El lunes, 23 de abril, día de Sant Jordi, estaré firmando ejemplares de Arquitectura yo en Lleida, en el stand de la librería Abacus (delante de la Biblioteca Pública), de 12 a 13 horas.

viernes, 20 de abril de 2012

Jacob Lorenzo

El poeta Jacob Lorenzo acaba de publicar La señal, libro que ha merecido el VIII Premio de Poesía Joven Félix Grande. Una de las secciones se titula "Aquí", y la componen una serie de haikus que me dedica. Me ha costado escoger sólo uno, ahí va:

                    El aire mece
                    el columpio vacío.
                    Yo soy el niño.

sábado, 14 de abril de 2012

Presentación de "Arquitectura yo" en Súria

La presentación tendrá lugar el próximo jueves 19 de abril, a las 8 de la noche. En la Biblioteca Pública (c/ Tarragona, 17-19).

sábado, 7 de abril de 2012

Presentación de "Arquitectura yo" en Lleida

Dentro del ciclo "Re-versos". Será el miércoles 11 de abril, a las 9 de la noche. En el Cafè del Teatre (c/ Roca Labrador, 4 bis). Siguiendo la dinámica del ciclo, primero habrá una especie de entrevista a cargo de Àngels Marzo, Josep Maria Nogueras y Anna Sáez, y luego una breve lectura de poemas. 

jueves, 22 de marzo de 2012

Contracubierta de "Arquitectura yo"

Josep M. Rodríguez es un poeta "absolutamente moderno", pero también muy atento desde sus inicios a la tradición (y al decir tradición me refiero a todo lo que ha llovido desde los chinos y los japoneses, los griegos y los romanos -y algunos otros- hasta hoy, pues la poesía es sólo una y no admite disecciones ni apartijos). La sintonía que muestra con la poesía de su momento y con la de todos los tiempos nos lleva a acercarnos a este poeta aún joven sin temor, con la certeza de que estamos ante alguien nuevo con garantía de autenticidad. A ella nos fue acostumbrando en sus espléndidos libros primeros, y asimismo la percibimos en éste, que además de ser un libro hermosísimo es obra ya de madurez. Un hondo lirismo, escueto, elíptico, sin adiposidades, lo recorre de principio a fin. Hay en los poemas emoción soterrada y pudorosa. En la mayor parte de ellos la soledad más absoluta es el abismo en el que se va construyendo la identidad de quien habla; en otras composiciones el amor, desde un "nosotros", sueña el mundo; y en los poemas de la sección final la muerte rubrica cada verso con el trazo de su enigma. Un libro que viene para quedarse.

ELOY SÁNCHEZ ROSILLO

martes, 20 de marzo de 2012

"Los paisajes magnéticos", José Andújar Almansa.

El crítico José Andújar Almansa ha publicado Los paisajes magnéticos, un volumen de artículos en los que pasa revista a algunos de los aspectos y autores más determinantes de la poesía contemporánea.: Carlos Edmundo de Ory, José Manuel Caballero Bonald, Joan Margarit... El texto titulado "Nocturno" se cierra con unos versos míos. Y en "Poesía última (apuntes al natural)" puede leerse:

   Igual que el cuello del cisne simbolista, la palabra poética interroga a una realidad que, más que repliegues de trascendencia, nos ofrece un cuadro de perplejidades, de enigmas, de extrañezas (es el signo de los tiempos). También de puro visible, el mundo puede ser invisible si no lo comprendemos. "No es fácil de entender, / pero lo realidad esconde siempre / distintas realidades, / más esquinas", nos advierte Josep M. Rodríguez en una página de Frío (2002). Una opinión o una visión que se acentúa en La caja negra: "Vivir es abrazar oscuridades: / de lo que no sabemos a lo que no sabemos, / desde una lejanía a otra lejanía. / Todo es inaccesible"; o bien: "Poco a poco / lo oculto y lo visible se vuelven uno solo". La realidad es un mensaje en sí misma que no sabemos interpretar, hace señas que nos rozan sin advertir. Pero se trata de un bosque de correspondencias inmanentes, que nos aleja de las aspiraciones de los viejos vanguardistas.

El mundo, su respiración de animal dormido, palpita en el corazón de la analogía. Convertido en una poderosa caja de resonancias, el poema trafica con esas correspondencias alrededor de la prosa del mundo. Traza escenas, imágenes, atmósferas extrañadas para abrir una puerta a un nivel de significación más profundo. Pienso en otro poema de Josep M. Rodríguez que me gusta especialmente, se titula "Ramas":

A contraluz,
tu pulmón al desnudo.
Y en su interior
(aunque no puedas verlas)
ramas como de almendro o de avellano
y una especie de florecillas blancas
brotando en sus extremos.

En estos versos, la radiografía de los pulmones se convierte en imagen analógica de las ramas de un árbol, establece sus secretos vínculos, su memoria de ramas y tronco, con la mesa de la habitación que la sostiene, con el papel de las páginas de un libro. Nos ofrece una imagen inédita de la realidad que no siempre resulta fácil traducir a enunciados lógicos, y en la que -nos advierte el poeta- "todo es parte de todo, / un mismo árbol".

(José Andújar Almansa: Los paisajes magnéticos, col. Maillot Amarillo, 2011, pp. 257-258).

lunes, 19 de marzo de 2012

Pere Rovira

En el número 740 de la revista Cuadernos hispanoamericanos ha salido mi reseña de Poesía (1979-2004), de Pere Rovira.

martes, 7 de febrero de 2012

Ola de frío

En el número de diciembre de la revista Cuadernos Hispanoamericanos salió un anticipo de Arquitectura yo. Uno de los cinco poemas que se publicaban es el primero que escribí de todo el libro. Aunque podría haberlo escrito esta gélida mañana de febrero: 


                           OLA DE FRÍO
                                                                (W. B. Yeats)

                           El estado de ánimo no importa.
                           Sólo la oscuridad
                                                    descongelándose
                           cañerías adentro.

                           (La memoria son esas cañerías.)
                           Abro el grifo:
                           canto lo que se pierde

                           porque me asusta aquello que he ganado.
         
                           El dolor, como el agua,
                                                             no es estático,
                           fluye.

                           Atrévete a pensar en el escoplo,
                           en golpear,
                                           porque te golpearon.

domingo, 22 de enero de 2012

Francisco Brines, Andrés Navarro y la poesía

Andrés Navarro reproduce una conversación con Francisco Brines en un artículo publicado en la revista Ínsula, en el número que sirvió de homenaje a José Manuel Caballero Bonald y al poeta de Palabras a la oscuridad:

   El hilo de la conversación nos lleva a cierto encuentro de Francisco Brines con Josep M. Rodríguez. Tuvo lugar hace varios años, no recuerda la fecha. O sí, la recuerda perfectamente: fue en 2004, en Málaga: el joven poeta aseguraba con cierta solemnidad que no quería escribir más poesía. Ahora sí hablo:
   -No lo diría en serio carraspeo, elijo las palabras, debió de ser una pájara, a mí también me ha pasado. A todo el mundo, me parece. Luis Muñoz tiene un poema que explica bien esa sensación de que la poesía quita más de lo que da. Sea como sea, Josep Maria ha seguido escribiendo, ha publicado Raíz.
   -Ese libro suyo sus pensamientos parecen estar siendo reemplazados por visiones concretas, habla recordando es el primer paso de una generación nueva, la vuestra. 
   Se refiere a La caja negra. En mi cabeza empieza a formarse la nube de una réplica, pero continúa:
   -La poesía es un regalo deja los cubiertos en el mantel y ahora me mira de frente‒, no se deben despreciar los regalos.