Una certeza nubla la memoria:
excluyeron los mapas un país de regreso.
Si los mapas excluyen un país de regreso para los “Nómadas”, veinte años de escritura le han servido a José Luis Morante para confeccionar un Mapa de ruta, un itinerario poético cuyo punto de partida es Rotonda con estatuas, un libro publicado en 1990 y cuyo título también hace referencia al viaje: a ese viaje que a lo largo de siete libros le ha llevado a recorrer obsesiones, sueños incumplidos y demás peajes vitales, junto a áreas de servicio, cruces del afecto y las dosis adecuadas de ironía y lecturas ―como en el homenaje a José María Fonollosa, “Resaca”, y su contundente verso inicial: “Soy un tedio vulgar lleno de libros”.
En el antiguo Japón era habitual la figura del escritor errante, que dejaba constancia de su viaje en una especie de diario, salpicado de anécdotas, impresiones y haikus. El más conocido en Occidente quizá sea Oku no Hosomichi, de Matsuo Bashō. Eso es también este libro: una especie de álbum fotográfico en verso. Un lugar donde resguardarse de la desmemoria y el frío. Como una hoguera en medio de la nieve.
Fragmento final de mi prólogo a la antología de José Luis Morante, Mapa de ruta (Granada, Maillot Amarillo, 2010).
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