miércoles, 27 de abril de 2011

Veintisiete de abril

El sol es un coágulo de sangre
que me lleva a pensar en Ferrater:
Menstrúa el día,

y un semáforo en rojo nos impide pasar.
Esperamos.
La sangre tarda veintitrés segundos
en recorrer el cuerpo.
En algo más llegamos a tu casa.

Señalas un solar en construcción
y un camión que pasa a nuestro lado
no me ha dejado oír lo que decías.
Te sonrío.
                         
Me coges de la mano.

Él sabía que el pulso es una opción:
¿O acaso decidir la propia muerte
no es un acto de fe
                                               
en uno mismo?

No te preocupes.
Soy demasiado joven para huir.

Y hoy prefiero tu casa,
los treinta y siete dulces horizontes
que la persiana deja
                                               
sobre tu piel desnuda:

son un paso de cebra hacia la vida.

                                   (De Raíz, Madrid, Visor, 2008)

1 comentario: